
El hecho de que el reactor de Fukushima sea idéntico al de Garoña ha servido para reabrir el debate sobre la seguridad de la energía nuclear en España. El ministro Miguel Sebastián ha asegurado que las instalaciones españolas son “seguras”, aunque ha recordado la apuesta del Gobierno “por la sustitución de las centrales” una vez que cumplan su vida útil. Quizá sea una obviedad recordarlo, pero ninguna autoridad de los países donde se han producido accidentes nucleares admitió con antelación que las centrales no eran seguras. O, dicho de otra manera, está comprobado que las nucleares son seguras… hasta que dejan de serlo.
España tiene en este momento un exceso de potencia eléctrica instalada, que convierte al país en exportador neto de electricidad, y la única apuesta clara debe ser por las energías limpias y por el cierre de las nucleares en las fechas previstas, sin prórrogas de ningún tipo.
Público, Manuel Rico, 14 marzo 2011
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