Lo de que el tiempo pueda modificarse me tuvo varios días despistado hasta que observé otro campo donde también está sometido a transformaciones: la crisis económica. Desde que se produjo el Big Bang financiero los días, meses y años se han vuelto elásticos, y los relojes y calendarios parecen dalinianos a merced de las fuerzas económicas, más decisivas que la gravedad.
Vean por ejemplo la salida de la crisis: se diría que el reloj se nos ha parado, tipo ‘día de la marmota’, y vivimos un presente interminable. Nos dijeron que 2010 sería el año de la recuperación, y estamos en 2011 sin saber si 2012 será el bueno. O la recuperación del empleo, que en cada nuevo informe se aplaza a dentro de tres o cuatro años, sin que el plazo se modifique aunque haya pasado otro año.
Lo mismo con el calendario de reformas: llevamos tiempo oyendo decir que harán falta cinco años de reformas, pero nadie sabe cuándo empiezan a contar esos cinco años y cuándo terminarán, pues hoy siguen siendo cinco como la primera vez que nos lo dijeron. No sabemos si es la relatividad, o que son como los típicos “cinco minutos” españoles, que siempre acaban siendo quince.
La crisis no sólo congela el tiempo: también lo dilata, contrae, acelera o frena. Así, acorta los plazos para las reformas, reduce los días de indemnización por despido pero a la vez alarga los años para la pensión. Otras veces hace que el reloj vaya hacia atrás, como un fantástico viaje en el tiempo que nos retrotrae décadas, perdiendo por el camino las conquistas sociales como si volviésemos al origen del capitalismo. Qué mareo.
Al terminar de leer el artículo, dije yo: ¿a qué me suena ésto?
1 comentario:
Si nos dejamos envolver por la relatividad (del tiempo, del espacio, de las condiciones de trabajo...) acabaremos cayendo en el pozo sin fondo de la sumisión, la pasividad y la desesperanza.
Lo que estamos padeciendo es la agresión, violenta e insaciable del capital, y contra esta forma de violencia, no cabe otra defensa que la lucha violenta.
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