Estos días estamos observando, desde los distintos medios de comunicación, la aparente concitación de voluntades sociales contra la violencia de género...
Percibo con temor como mujer, y tambien con rabia, que hay un peligroso reduccionismo en la conceptualización de la opinión pública sobre esa violencia, que "emerge" como estereotipo condenable solo ligado a la agresión física y finalmente a la muerte.
La agesión física y la muerte solo son expresiones brutales de la brutalidad diaria que sufren las mujeres por el hecho de serlo, en una sociedad que en tanto que machista, tipifica como menor, menos capaz, dotado solo de virtudes ornamentales, brujería... la condición femenina.
El racismo, la xenofobia practicada hacia las mujeres en lo diario, en el espacio de la familia (madre, hermana, compañera...), en el espacio de la actividad laboral (compañera, subordinada, raramente mando... y fundamentalmente empleada), en el espacio público (ciudadana, transeunte, activista, amiga...) constituye el núcleo duro, durísimo, de la VIOLENCIA de GÉNERO.
De ese tronco que destruye la vida, las emociones, los derechos de la mujer próxima, se nutren las palizas, el maltrato físico y el asesinato...
Observo con temor, y también con rabia, como los mass media aparecen estos días escandalizados ante las formas mas visibles y liquidadoras de la violencia machista, porque sé que mañana veremos, desde las mismas ventanas audiovisuales o escritas, la perpetuación de la ideologia machista que mata lo cotidiano femenino hasta la agresión sin retorno, un poner por la cercanía de las fechas en que nos encontramos, a través de las campañas publicitarias de una juguetería diferente y diferenciadora para ellas, menores, menos capaces, dotadas solo para las virtudes ornamentales, brujas...
Consuelo Durández